Demoliendo mitos: ¿Tomar alcohol es bueno para la salud?
“La razón por la cuál deberías beber una copa de vino todas las noches”, “la cerveza es mejor que la crema para combatir las arrugas”, “según los científicos tomar vino ayuda a bajar de peso” – Seguramente te topaste con alguna noticia así en tu timeline de Facebook o Twitter.
Y aunque prometen que en cantidades controladas el alcohol puede tener algún beneficio, un nuevo estudio realizado en más de 195 países concluye lo contrario.
Para este trabajo, decenas de científicos colaboradores del Global Burden of Disease Group realizaron un meta-análisis de casos de pacientes y estudios poblacionales de todo el mundo entre 1990 y 2016.
De está información pudieron concluir que el alcohol acarrea una serie de efectos negativos: entre los jóvenes y adultos (15 a 49 años) es el principal factor de muerte prematura, siendo las causas asociadas la tuberculosis, accidentes de tránsito y lesiones auto-infringidas, mientras que en personas mayores de 55 años, el consumo alcohol se asocia con varios tipos de cáncer.
Para quienes disfrutan una copa de vino todas las noches o creían que la cerveza es el nuevo tratamiento anti-age, lamentamos decirles que este trabajo concluye que la única cantidad de alcohol que se puede consumir sin exponerse al riesgo de padecer sus consecuencias negativas es… cero.
Riesgo relativo de muerte y/o enfermedad vs. Consumo de alcohol
Adaptado de: Relative risk of alcohol for all attributable causes, by standard drinks consumed per day. M Griswold et al/The Lancet
Si bien hay otras evidencias (ojo, no todo lo que leemos en internet proviene de estudios científicos) de que el consumo de alcohol podría tener algún beneficio, los resultados indican que estos serían insignificantes frente al efecto nocivo del alcohol en nuestra salud.
Gracias al trabajo de estos investigadores podemos decir mito (científicamente) derribado.
Texto: Pau González
Fuente: Relative risk of alcohol for all attributable causes, by standard drinks consumed per day. M Griswold et al/The Lancet
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